Querido amigo y amiga, por experiencia propia puedo decirte que es hermoso servir. En una de sus famosas citas Rabindranath Tagore dice: “Dormía y soñaba que la vida era alegría, desperté y vi que la vida era servicio, serví y vi que el servicio era alegría.” Esa también ha sido mi experiencia, desde que decidí servir a Señor y a mi prójimo en el Ministerio pastoral, hace ahora diez y ocho años. Me gusta pensar que podré pasar toda la eternidad con las personas a las que ayudé, reconforté y llevé a los pies de Jesús. Así que el gozo de servir tendrá repercusiones eternas.
Ahora, la iglesia ha confiado en mí para servir en la administración, como Secretario de la UAE. Quizás a simple vista pueda parecer que en medio de tantos informes, acuerdos, votos, estatutos, reglamentos, correspondencia, archivos, documentos, problemas laborales y un larguísimo etc, hay mucha burocracia, pero poco contacto personal y servicio pastoral. Es cierto que todo esto lleva mucho tiempo de gestión, pero sigue siendo un servicio que se brinda a las iglesias, instituciones, empleados y miembros.
Quiero seguir sirviéndote, unas veces desde la gestión administrativa, pero también desde la visitación continua a las iglesias, una gestión cercana a nuestras instituciones, los encuentros pastorales, la predicación y el trato personal a todo el que me pida consejo o ayuda. Junto a todo el equipo de administradores, queremos seguir imitando a Jesús, “que no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por todos” (Mateo 20:28).
Solo deseo querido amigo, que en esta página oficial de la Iglesia Adventista en España, descubras a una iglesia con el deseo de servir a la humanidad. Quizás no acertaremos en todo, pero buscaremos en continua oración, que siempre nos impulse el mismo Espíritu que hubo en Cristo Jesús: “Él cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomó la forma de siervo y se hizo semejante a los hombres. Mas aún, hallándose en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Filipenses 2:5-8).