Los adventistas creen que la humanidad fue creada a la imagen de Dios, y así representan a Dios como administradores, para gobernar el ambiente en forma fiel y fructífera.
Desafortunadamente, la corrupción y la explotación han entrado en las responsabilidades de la administración del dominio humano. En forma creciente, los hombres y las mujeres han estado involucrados en una destrucción megalomaníaca de los recursos de la tierra, lo que resulta en sufrimientos extendidos, desarreglos ambientales y la amenaza de cambios en el clima. Aunque la investigación científica debe continuar, resulta claro por las evidencias acumuladas que el aumento de emisión de gases destructivos, el agotamiento de la capa protectora de ozono, la destrucción masiva de los bosques americanos y el así llamado “efecto invernadero”, todos amenazan el ecosistema de la Tierra.
Estos problemas son principalmente debidos al egoísmo humano y a la búsqueda egocéntrica de tener más y más mediante la producción siempre creciente, el consumo ilimitado y el agotamiento de los recursos no renovables. La crisis ecológica está arraigada en la avaricia de la humanidad y en el rechazo de la práctica de una buena y fiel administraci6n dentro de los límites divinos de la creación.
Los adventistas abogan por un estilo de vida sencillo y saludable, en el que la gente no participa de la rutina del consumismo ilimitado, la búsqueda incesante de bienes y la producci6n de basura. Llamamos a respetar la creaci6n, a restringir el uso de los recursos del mundo, a evaluar de nuevo las necesidades personales y a reafirmar la dignidad de la vida creada.