Los adventistas del séptimo día afirman la dignidad y valor de cada ser humano y recrimina toda forma de abuso físico, sexual y emocional y de violencia familiar.
Reconocemos la extensión global de este problema y de los efectos serios a largo plazo en la vida de los involucrados. Creemos que los cristianos deben responder al abuso de violencia familiar tanto en la iglesia como en la comunidad. Tomamos seriamente los informes de abuso de violencia familiar y hemos desarrollado estos temas para discutirlos en nuestras asambleas internacionales. Creemos que permanecer indiferentes y no responder es condenar o perpetuar y extender potencialmente dicha conducta.
Aceptamos nuestra responsabilidad para cooperar con otros servicios profesionales para escuchar y cuidar de aquellos que han sufrido abuso o violencia familiar, para condenar las injusticias y hablar del defecto en defensa de las víctimas. Ayudaremos a personas necesitadas que no tienen acceso a servicios profesionales.
Cuando cambian las actitudes y el comportamiento abre las posibilidades para el perdón y un nuevo comienzo, nosotros proveeremos un ministerio de reconciliación. Ayudaremos a las familias que sufren porque sus relaciones no pueden volver a restaurarse. Haremos preguntas espirituales a personas que han sufrido esto, buscando entender los orígenes del abuso de violencia familiar y desarrollar mejores formas de prevenir esta situación.