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El abuso sexual del niño ocurre cuando una persona mayor o más fuerte que el niño, usa su fuerza, autoridad o posición de confianza para introducir a un niño en una conducta o actividad sexual. Incesto, es una forma específica de abuso sexual del niño, está definido como cualquier actividad sexual entre un niño y un padre, hermano, un miembro de la familia o un padrastro.

Los agresores sexuales pueden ser hombres o mujeres de cualquier edad, nacionalidad o status socio-económicos. Generalmente son hombres casados con hijos, tienen trabajos respetables y pueden ser miembros regulares de Iglesia. Es común que los agresores nieguen rotundamente su conducta abusiva o rehúsen ver sus actos como un problema, pues racionalizan sus conductas y culpas sobre algo o alguien más. Es verdad, que muchos abusadores exhiben inseguridades profundamente arraigadas y una autoestima baja, pero estos problemas nunca deben aceptarse como una excusa para abusar sexualmente a un niño. La mayoría de las autoridades están de acuerdo que el problema real en el abuso sexual del niño se relaciona más a un deseo de poder y control que para el sexo.

Cuando Dios creó a la familia humana, comenzó con un matrimonio entre un hombre y una mujer basados sobre un amor y confianza mutuos. Esta relación está aún designada a proveer el fundamento para una familia feliz y estable en la cual la dignidad, el valor y la integridad de cada miembro de la familia están protegidos y mantenidos. Cada niño, ya sea femenino o masculino debe ser afirmado como un don de Dios. A los padres se les da el privilegio y la responsabilidad de proveerles alimento, protección y cuidado físico para los hijos que Dios les ha confiado. Los hijos deben honrar, respetar y confiar en sus padres y en los otros miembros de la familia sin riesgo de abuso.

La Biblia condena el abuso sexual del niño en los términos más fuertemente posibles. Ve cualquier intento de confundir, nublar, detractar la honra de una persona, o su generación o género, a través de una conducta abusiva sexual, como un acto de violación brusca de personalidad. Condena abiertamente el abuso del poder, autoridad y responsabilidad, porque estos atacan los sentimientos más profundos del corazón de las víctimas, de los demás, de Dios, y destruyen su capacidad para amar y confiar. Jesús usó un lenguaje firme y enérgico para condenar los hechos de alguien que a través de la palabra o acto, cause el tropiezo de un niño.

La comunidad cristiana adventista no está inmune del abuso sexual del niño. Creemos que los principios de la fe adventista nos exigen que estemos involucrados activamente en su prevención. También estamos comprometidos a ayudar espiritualmente a las personas abusadas y a los abusadores en su proceso de recuperación y curación, y a mantener a los profesionales y líderes laicos de la Iglesia como responsables de conservar su conducta personal como apropiada de personas en posiciones de dirección espiritual y confianza.

Como iglesia, creemos que nuestra fe nos llama a:

1. Respaldar los principios de Cristo en la relación familiar, donde el respeto a sí mismo, la dignidad y la pureza de los niños son reconocidos como derechos mandados divinamente.

2. Proveer una atmósfera donde los niños que han sido abusados puedan sentirse seguros al informar el abuso sexual y puedan sentir que alguien los escuchará.

3. Informarnos completamente sobre el abuso sexual y su impacto en nuestra propia comunidad de Iglesia.

4. Ayudar a los pastores y a los líderes laicos a reconocer las señales de advertencia del abuso sexual del niño y a saber cómo responder apropiadamente cuando hay sospecha de abuso, o un niño comunica que está siendo abusado sexualmente.

5. Establecer relaciones y referencias con consejeros profesionales y agencias locales de agresión sexual, quienes con sus habilidades profesionales ayuden a las víctimas del abuso y a sus familiares.

6. Crear pautas / reglas en los niveles apropiados para ayudar a los líderes de la iglesia a:

  • Tratar con personas leales acusadas de abuso sexual de niños.
  • Mantener a los ofensores responsables por sus actos y administrarles la disciplina apropiada.

7. Apoyar la educación y el enriquecimiento de las familias y sus miembros al:

  • Dispersar normalmente las creencias culturales y religiosas sostenidas que pueden ser usadas para justificar o cubrir el abuso sexual del niño.
  • Edificar en cada niño un sentido saludable de valor personal que los capacite a respetarse así mismos y a los demás.
  • Fomentar relaciones cristianas entre hombres y mujeres en el hogar y en la iglesia.

8. Proporcionar apoyo compasivo y fe, basados en el ministerio redentor dentro de la comunidad de la iglesia, para los sobrevivientes del abuso y los ofensores, mientras se les permite acceder a la red disponible de recursos profesionales en la comunidad.

9. Animar a más familias profesionales a entrenarse para facilitar el proceso de recuperación y curación de las víctimas del abuso y sus autores.

Esta declaración está versada por los principios expresados en los siguientes pasajes bíblicos: Génesis 1:26-28; 2:18-25; Levítico 18:20; 2 Samuel 13:1-22; Mateo 18:6-9; 1 Corintios 5:1-5; Efesios 6:1-4; Colosenses 3:18-21; 1 Timoteo 5:5-8.

Església Adventista del Setè Dia