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Los juegos de azar -definidos como aquellos en los que hay que pagar- impactan en forma creciente a más y más personas en el mundo entero La idea de ganar a expensas de otros ha llegado a ser una maldición moderna. La sociedad paga grandes costas por los crímenes asociados a ellos, por el sostén de las víctimas y por la destrucción de las familias, ya que todo esto erosiona la calidad de vida. Los adventistas se han opuesto en forma consistente a los juegos de azar por ser incompatibles con los principios cristianos. No es una forma apropiada de entretenimiento o un medio legitimo para recolectar fondos.

Los juegos de azar violan los principios cristianos de la mayordomía. Dios identifica al trabajo como el método apropiado para obtener beneficios materiales, y no un juego de azar en el que se sueña con ganar a expensas de otros. Los juegos de azar tienen un impacto masivo sobre la sociedad, y producen grandes costos financieros por los crímenes que se cometen para mantener los hábitos del juego, por el aumento en el coste de la seguridad pública y los gastos legales, así como por los crímenes asociados que involucran drogas y prostitución. Los juegos de azar no generan ingresos; más bien, lo quitan de aquellos que a menudo no pueden darse el lujo de perder, y produce unos pocos ganadores; el mayor ganador, por supuesto, es el operador de esos juegos. La idea de que la práctica del juego puede tener un beneficio económico positivo es una ilusión. Además, los juegos por dinero violan el sentido cristiano de responsabilidad por la familia, los vecinos, los necesitados y la iglesia.

El juego crea esperanzas falsas. El sueño de ganar “la Grande” reemplaza a la verdadera esperanza con falsos sueños de posibilidades de ganar, porque estadísticamente son improbables. Los cristianos no deben poner sus esperanzas en la riqueza. La esperanza cristiana de un futuro glorioso prometido por Dios es “segura y verdadera”, a diferencia y en oposición al sueño del juego. La gran ganancia que señala la Biblia es una “piedad acompañada de contentamiento”.

Los juegos de azar son adictivos. La cualidad adictiva del juego es claramente incompatible con un estilo de vida cristiano. La iglesia procura ayudar a quienes sufren de la adicción al juego y a otras adicciones, y no culparlos. Los cristianos reconocen que son responsables ante Dios por sus recursos y estilo de vida.

La organización adventista rechaza las rifas o loterías para reunir fondos, y estimula a sus miembros a no participar en alguna actividad tal, por bien intencionada que sea. Tampoco la iglesia mira con buenos ojos los juegos de azar patrocinados por el Estado. La Iglesia Adventista del Séptimo Día invita a todas las autoridades a prevenir la siempre creciente disponibilidad del juego con sus efectos dañinos sobre los individuos y la sociedad.

La Iglesia Adventista del Séptimo Día rechaza los juegos de azar como fueron definidos más arriba, y no solicitará ni aceptará financiaciones que sean claramente derivadas del juego.

Església Adventista del Setè Dia