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Desde el Jardín del Edén a la Torre de Babel, desde la destrucción de Sodoma al Éxodo de Egipto, Dios siempre ha investigado antes de actuar. Ahora, antes de su regreso, Jesús está investigando las vidas de todos los que alguna vez vivieron, revelando las elecciones que los llevaron a la salvación o destrucción. Dios quiere que quede claro y transparente al universo expectante que nadie cosechará un destino que no haya escogido.

Los rituales del antiguo santuario hebreo fueron tan solo un reflejo de la obra de Cristo en el cielo, y cada ofrenda preanunciaba el sacrificio último de Jesús. Ahora Cristo, nuestro verdadero sumo sacerdote, ofrece los méritos de su sacrificio a todos los que acepten su gracia. Dado que él soportó cada tentación que enfrentamos, podemos confiar en que entiende nuestras luchas y nos fortalece cuando necesitamos ayuda. Jesús es nuestro mediador, el que perdona nuestros pecados y restaura la relación con Dios quebrantada por el pecado. El primer pacto nos condenó a la muerte, pero Jesús es el mediador de un nuevo pacto, cuyo sacrificio nos liberó.

La nada inconsciente que es la muerte nos separa de Dios y de los que hemos perdido. Solo Dios posee inmortalidad intrínseca, pero el don gratuito de la salvación es la vida eterna. Aguardamos con ansias la segunda venida de Cristo, cuando Jesús resucitará a los salvados de la muerte, para que puedan vivir para siempre.

Los primeros mil años después del regreso de Cristo serán en el cielo un tiempo de reconciliación y renovación. Tendremos la capacidad de investigar las vidas de los perdidos, explorando cómo sus elecciones los llevaron a la salvación o destrucción. El planeta estará vacío de seres humanos; solo estarán Satanás y sus ángeles, exiliados y ya sin nadie que engañar o destruir.

Después de mil años, Dios y los salvados regresarán del cielo a la tierra con la ciudad celestial, la Nueva Jerusalén. Dios resucitará a los malvados muertos para que puedan ser testigos de la fase final del juicio de Dios. Cada persona enfrentará el registro de su vida, y todos verán la verdadera justicia y equidad de Dios. Entonces Dios destruirá para siempre el pecado y los pecadores.

Cuando Dios vuelva a crear este planeta, el amor, el gozo y la armonía serán al fin restaurados en el universo. El temor, el sufrimiento y la muerte solo serán un recuerdo. Conoceremos cara a cara a Dios, y seremos libres de crear y explorar sin fin.

El ministerio de Cristo en el santuario celestial

El sacrificio último de Cristo nos da la confianza de acercarnos a Dios, sabiendo que somos perdonados. Ahora Jesús está repasando nuestra vida antes de su regreso, para que no haya dudas de que sus juicios son pronunciados en amor.

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La segunda venida de Cristo

Aguardamos con ansias el regreso prometido de Cristo, cuando él resucitará a sus hijos salvados y los llevará al cielo. Aunque no podemos saber con exactitud cuándo regresará, podemos vivir con la alegría de esa expectativa.

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La muerte y la resurreción

La nada inconsciente que es la muerte nos separa del Dios de la vida, pero la derrota de Cristo sobre la muerte significa que los salvados pueden aguardar la resurrección y la vida eterna.

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El milenio y el fin del pecado

Mientras los salvados se reconectan con Dios, Satanás y sus seguidores están atrapados en este planeta. Después de mil años, Dios resucitará a los perdidos para el juicio final, antes de destruir el pecado y los pecadores.

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La tierra nueva

Dios recreará nuestro mundo una vez manchado por el pecado, y vivirá con nosotros para siempre. Podremos alcanzar finalmente nuestro verdadero potencial, viviendo en el amor y el gozo para el cual Dios nos ha creado.

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Consell Adventista de Catalunya